martes, 20 de marzo de 2007

Cornelios y patas negras


“Démonos un besito altiro que después nos pueden pillar”. La frase por sí sola daba risa, pero el contexto ayudaba a entender más lo que estaba pasando (y si no a entender, por lo menos a hacer correr la imaginación). Iba yo caminando por Errázuriz en el decadente Valparaíso después de una ardua jornada laboral (yaaaa...) cuando me cruzo con una pareja justo en el instante en que la mujer le hacía esa sugerencia a su acompañante. Seguí caminando, ellos también, y a los pocos pasos me doy vuelta sólo para ver si se estaban dando su calugazo correspondiente. Y sí, en eso estaban.
Todo normal. Pololos, marido y mujer, saliendo juntos del trabajo, caminando al paradero. Puede ser. Pero eso de que “después nos pueden pillar” me sonó raro altiro. A alguien que anda con su pareja oficial, no le da miedo que lo pillen, cierto? Estaba claro, entonces. Un par de amantes. Unos viles patas negras. Haciéndola corta antes de irse a la casa.
No es la primera vez que lo veo, en todo caso. Hace como un año vi un caso más care’raja todavía. Porque pude ver en persona a la mina “juguetona”, al galán y al gorreao. Todo mientras hacía el pajero viaje entre Valparaíso y Villa Alemana. Ese que debería durar 45 minutos pero que a esa hora dura una hora y cuarto.
Se sube ella a la micro junto a su acompañante, creo que por ahí frente a la casa central de la UCV. La mina, como de 35 años y cara de secretaria-ejecutiva. Él, de seguro un poco más viejo y con una pinta de jefe-de-mando-medio que no se la podía. Ya a la altura de la Escuela Industrial el tipo le había pasado el brazo sobre el hombro con el viejo truco de apuntar algo en la ventana (a esa edad ya debería pensar en otras tácticas, pero le resultó...). Entre Viña y Quilpué se la pasaron en puros coqueteos y atraques tierno-calentones, hasta que entrando a Villa Alemana comenzó la despedida.
“Me bajo acá mejor, cierto?”... “No, más allá....yaaaa, mi amoooorrrrrrr?”... Era fácil leerle los labios al parcito. Entre risitas y besitos locos, iban pasando los paraderos. El 12, el 11, el 10. En el 9 se les acabó el jueguito y el galán maduro se bajó, no sin antes plantarle un último beso a su cocoroca damisela.
Ella apenas alcanzó a arreglarse un poco el pelo, el uniforme, y a borrar la sonrisa calentona que su macho le había dejado dibujada en la cara. La micro llegó al centro de Villa Alemana y yo seguí a la mujer con la mirada. Se baja, mira para todos lados y encuentra al que, sin dudas, era el gorreao. Un tipo regordete, de bigotito bien cuidado, lentes ópticos, pantalón de vestir y camisita bien formal. Un wea, hay que decirlo. La mina, demostrando que cuando las mujeres quieren ser care’raja, lo son con cuática, le da un besito tierno y todo ordinario comparado con los que le daba hace cinco minutos a su galán. Pero “Cornelio”-que se me hacía a cada segundo más wea- se lo recibe con una sonrisita colegial que por un momento me hace pensar que tiene bien ganados los cuernos.
Y así se van, abrazaditos y contentos. Ella, feliz por la doble ración que está recibiendo; y él, jurando de guata que con ir todos los días a buscar a su señora al paradero, es imposible que lo caguen.

** Sorry por la foto, pero fue la mejorcita que encontré al poner "pata negras" en Google.

3 comentarios:

Poli dijo...

Reducir a un género el comportamiento "care'raja" me parece erróneo. El que la quiere hacer, la hace, independiente de lo anterior. (El punto es saber hacerla, jajaja... no, bromeo.)
(Algo de voyerista el viaje a tu casa, eh??? o más bien de periodista???) Da igual, se nota que te entretuvo y a partir de eso creaste un interesante y ágil relato que me mantuvo (y pienso a otros lectores también), intrigada hasta el final.
felicidades y saludos.

Anónimo dijo...

Cuidado con los comentarios y los juicios emitidos, recuerde, la vida da muchas vueltas y usted es periodista y le queda mucho por vivir.

Pipablues dijo...

Que la vida da muchas vueltas ya lo sabía. Que soy periodista, también. Que me queda mucho por vivir, no lo sabía y dudo mucho que alguien pueda saberlo, pero gracias por sus deseos de longevidad.
Que tenga cuidado con los comentarios y juicios... ¿cuidado de qué y porqué? Soy periodista, pero no las 24 horas del día, afortunadamente. Y lo que escribo en este blog lo escribiría igual si fuera carpintero, abogado, dentista, vendedor, malabarista, cesante, etc. Se entiende? Pa escribir como periodista, hay otros espacios.

En fin... al que le caiga el poncho, que se lo ponga... pero tranquilo, don anónimo, dudo mucho que el personaje descrito en la historia haya sido usted, así que no se persiga.